Por José Silié Ruiz
En inicio de la olfacción las células olfatorias registran una fragancia, la cual, a su vez, activa una batería de células mitrales. Cada uno de estos elementos de conmutación del bulbo olfatorio transporta un fragmento de la información entrante. Una sustancia olorosa se presenta en diferentes concentraciones, y activa la misma población de neuronas en el bulbo olfatorio; concentración que suben la primera estación. De este modo el código neuronal de un aroma se refleja en un antro de estimulación de las neuronas, lo que queda coordinado por unas neuronas de las células mitrales.
En el bulbo olfatorio del cerebro se reflejan las formas a través de patrones de actividad. Estos se asemejan entre sí en el caso de las sustancias químicamente emparentadas, aunque sólo sea al inicio. La olfacción resulta vital para numerosos animales: les permite detectar la comida, les advierte con antelación los enemigos y desempeña un papel importante en la obtención de una pareja durante la época de apareamiento. Sin embargo, los olores, son reducidos a lo esencial: los torrentes de olores.